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José Sabogal compara las antiguas civilizaciones de México y Perú a través de sus monumentos arquitectónicos. Sabogal resalta la majestuosidad de la Pirámide de Teotihuacan y la ciudadela de Machu Picchu, señalando cómo ambas estructuras reflejan la creatividad y el ingenio de sus respectivas culturas.
En México, la pirámide de Teotihuacan se describe como una estructura monumental que armoniza con el entorno natural del valle. Se mencionan detalles arquitectónicos como las placas de granito y las frisos decorativos, que muestran la destreza de los antiguos constructores mexicanos. La pirámide está asociada con la mitología indígena y se considera un símbolo de la civilización azteca.
En Perú, Sabogal destaca la ciudadela de Machu Picchu y otras construcciones incas como Sacsayhuaman y Ollantaytambo. Describe cómo los incas adaptaron sus estructuras a la geografía de los Andes, utilizando terrazas y sistemas de irrigación avanzados. Machu Picchu se compara con Pompeya por su estado de conservación y se elogia la integración armoniosa de la arquitectura con el paisaje circundante.